domingo, 17 de janeiro de 2010

EL SAQUEO DEL AGUA

Que Bond nos ayude


El mundo está constituido en un 78 por ciento por agua, aunque solo el 2,5 por ciento es dulce. Casi la mitad de esa agua potable (el 1,2 por ciento) está en el Acuífero Guaraní, la gran reserva de agua natural repartida en cuatro países de América del Sur: Brasil, Uruguay, Argentina y Paraguay. Por eso, diversos especialistas ya lo llaman “el botín de oro del siglo XXI”.

13-11-2008 / Como en la última de James Bond, empresas extranjeras se aprovechan del vacío legal argentino para hacer negocios con el “nuevo oro”. En las provincias hay alarma. Quiénes se la están llevando, de Jeb Bush a Tompkins, pasando por Soros. La versión argentina que supera la ficción.

A tono con los tiempos verdes, el villano de Quantum of Solace, la nueva película de James Bond, posee una empresa supuestamente conservacionista. Y le ofrece su influencia a un ex presidente de facto dictador de Bolivia que intenta retornar al poder. A cambio, el malvado Dominic Greene pide una importante reserva de agua que se encuentra bajo suelo boliviano. Que se salga con la suya o no dependerá de Bond, el implacable agente inglés que ahora usa su licencia para matar en defensa de los recursos naturales de América del Sur.

El argumento podría ser una historia de ficción más. Pero no. Un proyecto de ley que presentó en la Legislatura de Santa Fe el senador Ricardo Kaufmann para que el Estado regule la exportación de agua, pone de manifiesto un negocio que, lejos de ser controlado, cada vez se reproduce más: la apropiación de un recurso natural como el agua para ser utilizado como un bien comercial. Una película donde los buenos y los malos se confunden con facilidad.

El negocio podría convertirse en uno de los más importantes del mundo, según alertan desde hace años diversas organizaciones ambientales. La escasez de agua, los bajos o nulos cánones que pagan las empresas extranjeras para explotar manantiales y glaciares y pinchar acuíferos, sumado a que el agua no paga IVA, hacen que la comercialización del recurso sea un negocio codiciado por muchos. Aunque el manejo les quede a unos pocos.


¿Por qué el agua argentina es un recurso estratégico? “Los cuerpos de agua superficiales y subterráneos de la Argentina están sometidos a diferentes grados de afectación, tanto en su cantidad como en su calidad. Por eso, las cuencas de los lagos patagónicos, por ejemplo, tienen aguas de excelente calidad”, asegura Miguel Gómez, director de Gestión Ambiental de los Recursos Hídricos.

El mundo está constituido en un 78 por ciento por agua, aunque solo el 2,5 por ciento es dulce. Casi la mitad de esa agua potable (el 1,2 por ciento) está en el Acuífero Guaraní, la gran reserva de agua natural repartida en cuatro países de América del Sur: Brasil, Uruguay, Argentina y Paraguay. Por eso, diversos especialistas ya lo llaman “el botín de oro del siglo XXI”.

Pero el agua no está sólo en aquellos lugares donde se la puede apreciar con claridad, como en los ríos, el mar y la lluvia. También forma parte de la mayoría de los alimentos, se la encuentra bajo tierra y en el cuerpo de las personas. No sólo es necesaria para beber: es el elemento más importante del mundo –después del aire–, ya que con ella se preparan los alimentos, se riegan los cultivos, se fabrican productos y se produce energía.


A diferencia del petróleo, el agua es un recurso renovable: el ciclo hidrológico repone constantemente la dotación de agua dulce disponible. Sin embargo, “las acciones humanas pueden afectar el agua disponible a través de usos inadecuados de la tierra o la contaminación de fuentes, además de los impactos producidos por los cambios en el clima”, afirma Sergio Mogliatti, especialista en agua y director de la revista Hydria. Y agrega: “El desafío es implementar políticas de gestión del agua que apunten a un uso eficiente del recurso, minimizando los impactos negativos, evitando los conflictos sectoriales, manteniendo el equilibrio en los ecosistemas, reduciendo la vulnerabilidad de los sectores potencialmente afectados por eventos naturales (inundaciones) y distribuyendo en forma equitativa los beneficios”.

El Código Civil de la Nación establece que el agua, al ser un recurso natural, no puede ser considerada una mercancía, algo que fue ratificado por las Constituciones provinciales. Sin embargo, diversos proyectos de ley que ingresaron al Congreso y que declaran al agua como recurso nacional estratégico no han logrado seguir su curso.

Mientras tanto, en las provincias se dan concesiones de extracción de agua para elaborar bebidas. La producción de un litro de cerveza, por ejemplo, requiere treinta litros de agua.

“Esto, que es vox populi, pasa desde hace muchos años. El agua se está yendo del Río Paraná, desde Rosario, vía buques cisterna. Se va, y no se hace nada para remediarlo”, asegura Elsa Bruzzone, autora del libro La guerra del agua.

El saqueo se produce con total impunidad: la legislación nacional que protegió los recursos naturales fue derogada en los ’90, dejando un gran vacío legal. Grietas que son aprovechadas por las empresas multinacionales con el consentimiento o acuerdo de los gobiernos provinciales.

Entre los principales interesados en el agua figuran diversas empresas extranjeras que ya operan en el país. Uno de los florecientes negocios es la fabricación de agua “premium”, un producto que se consigue extrayendo agua de vertientes naturales y que habría motivado a la familia Bush a invertir en la provincia de Córdoba a través de la empresa embotelladora La Posta del Águila, ubicada en Falda del Carmen, a 27 kilómetros de la capital cordobesa y al pie de las Altas Cumbres.

La familia Bush, que a través de la empresa H2O+Sur posee alrededor de 5.000 hectáreas sobre una reserva de agua también en Córdoba, realiza grandes negocios vinculados a la explotación del agua. Su principal inversor es Jeb Bush, hermano del presidente George W. Bush y ex gobernador de Florida. Jeb desembarcó en el país de la mano de empresarios amigos como Ronald Krongold, un magnate de Miami. Del negocio también participa el multimillonario George Soros.

El objetivo de la empresa es la extracción de agua de distintas napas subterráneas para su comercialización en Europa. Un proyecto que hace tiempo vio la luz a través de Patagonia Valley, la marca con la que se vendió el producto en el exterior. Patagonia Valley pertenece a René Rodríguez Pérez, quien fuera encargado de unir lazos entre los Bush y las tierras argentinas. Y tiene como representante en el país a Fabiana Rodríguez, la presidenta de Expoagro.

A estos interesados hay que sumarle a Douglas Tompkins, el magnate estadounidense que hace once años viene adquiriendo tierras en la zona del acuífero guaraní, según él, para conservar la biodiversidad. Tompkins es un hombre que se define ecologista, aunque no resulta difícil imaginarlo como un futuro filántropo-villano de James Bond.

El vacío legal es una carnada para todos los hombres del mundo que quieran hacer uso y abuso de las reservas argentinas. La llegada de empresarios extranjeros como tropas invasivas se reproduce y confirma aquella teoría apocalíptica sobre la escasez del agua que afectará al mundo en las próximas décadas. Antes de que se acabe, el mejor camino para algunos parece ser el negocio. Solo falta saber si James Bond será el hombre indicado para salvar al país. Pero para develar el misterio, habrá que esperar su próxima película.

Enviado pelo seguidor: Luis Gerardo Rottuno

Comentário meu: O texto original foi mantido em espanhol, creio que não haverá dificuldade do amigo leitor traduzi-lo.

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